miércoles, 3 de julio de 2024

Introducción a la filosofía de la consejería bíblica

La consejería bíblica no sólo es un ejercicio académico árido para buscarle tres pies al gato o discutir sobre prácticas insignificantes.

La consejería bíblica trata de la visión y la fe y la esperanza. Es la visión de una iglesia que adopta a Jesucristo y Su Palabra como suficientes para la consejería – una visión que brilla intensamente con anticipación a la provisión de Dios. Es una fe en el Dios que nos ha dado todo lo que necesitamos para crecer en santidad. Y se trata de la esperanza. La esperanza no sólo es hacerse ilusiones, más bien es una expectativa segura de que Dios seguirá usando Su Palabra para cambiar a Su pueblo a Su imagen. Lo que esto significa es que nosotros creemos que la Biblia es suficiente para contestar cada problema y cubrir cada necesidad que nosotros, como hijos de Dios, tenemos.

Estoy agradecido que ahora entiendo que he sido llamado a servir y rendir mi vida. Esto es lo que la consejería bíblica ha hecho en mí. Ver la vida de esta manera no es alguna “fe nueva”; es el cristianismo real. Es un reflejo de lo que Jesús quiso decir cuando Él dijo:

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. (Lucas 9:23–24)

Ahora entiendo que no debo estar interesado si mis “necesidades” percibidas están siendo satisfechas. Estas “necesidades” ya no son más asuntos para mí porque creo que Dios me ha dado todo lo que yo necesito para la vida y la santidad (2 Pedro 1:3).

No es que yo sea perfecto, no lo soy. De hecho, estoy mucho más consciente de mi pecado ahora que nunca antes. Sólo es que ahora la vida tiene sentido y confío en que mi Padre amoroso tiene el control. Él me dará todo lo que yo realmente necesito para agradarlo a Él. Todo el tiempo estoy creciendo en gracia y aprendiendo más y más acerca de lo que significa estar contento. Como Pablo escribió:

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).

¿Puedo parafrasear este versículo en el lenguaje de hoy?

He aprendido a contentarme si creo o no que mis “necesidades” se están satisfaciendo. Sé cómo arreglármelas cuando mi esposa (líder, empleado, hijo o quien sea) estoy al tanto y estoy al pendiente de cada interés mío. También sé cómo estar gozoso cuando las cosas no están saliendo de acuerdo a mis expectativas. He aprendido el secreto de estar contento porque tengo la mejor esposa (trabajo, patrón, hijo, casa…). También he aprendido el secreto del contentamiento mientras veo que todo se desbarata, mi esposa me ignora, no me toman en cuenta para una promoción en el trabajo, mi hija llega a casa muy tarde y la lavadora se descompuso. ¿Cómo es que tengo contentamiento con todo esto? Porque tengo confianza de que Dios está conmigo. Él me da la fuerza para perseverar a través de cada prueba mientras que, al mismo tiempo, está trabajando Su carácter en mi vida, que es el trabajo más precioso que existe.

¿Se da cuenta a lo que quiero llegar? La consejería bíblica es más que sólo una metodología diferente o una manera de hacer consejería. Estamos interesados con algo más que discutir sobre prácticas insignificantes. Es una filosofía primordial que fluye del conocimiento de la supremacía, amor y capacidad de Dios.

Dios es ahora el centro de mi vida. Pongo mi confianza en Él. En términos teológicos, esto se llama ser “teocéntrico” o “centrado en Dios.” Pienso que durante mucho tiempo en mi vida cristiana fui “antropocéntrico” o “centrado en el hombre.”

Aunque nunca lo hubiera admitido, viví la mayor parte de mi vida cristiana como si Dios fuera un mensajero, enviado para satisfacer mis deseos extraviados.

Aunque hubiera estado de acuerdo en que Dios era el centro de toda vida, en realidad seguía viviendo una vida que mostraba mi independencia. Siempre exigí mi propio camino.